Cómo detener una hemorragia a un niño

Ante todo, cuando se produce una hemorragia, los padres tendrán que mantener la calma y estar tranquilos para, de ese modo, puedan actuar y detener la pérdida de sangre lo más rápido posible. También será importante que tranquilicen a los pequeños, ya que, al ver el sangrado, será normal que se asusten, lloren y se pongan nerviosos.

Por eso, las palabras tranquilizadoras de sus padres serán muy útiles.

Los niños juegan y a veces, esas prácticas tan divertidas pueden acabar siendo peligrosas. Por ello, es frecuente que se hagan daño en brazos, piernas… y se produzcan hemorragias.


Cómo detener una hemorragia


En el caso de que tenga una herida que sangra en el brazo se comprimirá la arteria humeral, situada en el bíceps, mientras que si el sangrado se localiza en la pierna, se comprimirá la arteria femoral que está en la zona de la ingle con el puño cerrado. Estas comprensiones no durarán más de 15 minutos. En algunos casos será necesaria la realización de un torniquete si no se consigue frenar la hemorragia.

Aún así, lo más habitual son las hemorragias nasales, así como los casos de sangrado por la boca y el oído. De esto modo, será muy importante que los padres sepan cómo actuar y qué hacer en estas situaciones.

En el caso de las hemorragias nasales, las causas más frecuentes que provocan dicho sangrado suelen ser los golpes, algunos tipos de alergias e incluso la respiración de aire excesivamente seco. En cambio, a veces, es el pequeño el que se provoca el daño a sí mismo, tras rascarse o introducirse algún objeto por el orificio nasal. Sea como sea, una vez que se manifieste la hemorragia, el primer paso será sentar al niño con la cabeza hacia adelante para permitir que la sangre salga y, de este modo, controlarla. Lo cierto es que un error muy común es decirle al pequeño que ponga la cabeza hacia atrás.

Acto seguido se procederá a taponarle la nariz colocando los dedos índice y pulgar, por lo que tendrá que respirar por la boca. También será conveniente que no intente hablar, ni tragar, toser y sobre todo, no sonarse la nariz. Durante diez minutos más o menos se mantendrá esta posición con el objetivo de que coagule la sangre, aunque, si tras ese tiempo, sigue la hemorragia, se repetirá la acción otros cinco o diez minutos más. Aún así, si se observa que persiste el sangrado, se acudirá a urgencias.

Si el niño presenta hemorragia bucal normalmente suele deberse a algún corte en la lengua, en los labios, en las encías o, en muchas ocasiones, la causa puede ser la extracción de una pieza dental. Aún así, será fundamental que se reconozca de dónde viene la sangre, ya que si procede de otras partes del cuerpo y no directamente de la zona de la boca, se acudirá de inmediato a urgencias. Aun así, en los casos más habituales, antes indicados, se procederá de forma similar al sangrado nasal. Se volverá a colocar al pequeño hacia adelante y se le presionará la zona de donde emana la sangre con una gasa durante unos diez minutos más o menos. En el caso de las extracciones dentales, se le pondrá la gasa en el hueco de la encía y el pequeño deberá morderla. No se harán enjuagues bucales, ni se rozará la zona afectada, además de no ingerir líquidos o comida caliente. Sin duda, en el caso de que los padres con estos primeros auxilios no consigan frenar el sangrado, habrá que recurrir a los especialistas en un centro sanitario de urgencias.


En caso de hemorragia grave siempre se debe acudir a un médico de urgencias


También es frecuente el sangrado por el oído que puede deberse a una infección auditiva, a la introducción de un cuerpo extraño e incluso a la rotura del tímpano si el niño se ha visto expuesto a un fuerte sonido, tales como una explosión. A veces, este tipo de hemorragia puede ser síntoma de un problema mayor, como es el caso de un traumatismo craneal, tras un fuerte golpe. En estos casos se acudirá a urgencias para descartar que el sangrado tenga mayor importancia y el pequeño deberá evitar mover la cabeza en exceso.

Por último los padres tendrán que tener en cuenta que, a veces, las hemorragias no se ven a simple vista, sino que pueden ser internas. Y es que, en los casos de golpes o caídas, será conveniente acudir al médico para que compruebe que no hay sangrado interno.